miércoles, 13 de marzo de 2013

UN NUEVO HERNÁN CORTÉS


 

Hernán Cortés, que conquistó México con ayuda de varios pueblos indígenas aliados en contra de los aztecas, es el gran ausente en la historia oficial de este país. Prácticamente nada le recuerda. En la capital, ninguna calle -salvo una, pequeña, perdida y lejana- acoge su nombre. Tampoco una estatua. Y eso que el escritor Carlos Fuentes, uno de los más reconocidos y prestigiosos, afirma que “Hernán Cortés es un personaje vivo en la historia de México”, aunque también dice que es el “gran ausente” y remata con la contundente frase de que “somos lo que somos, para bien y para mal, porque Hernán Cortés hizo lo que hizo”. También el premio Nobel mexicano Octavio Paz al tratar sobre el “mito negro de Cortés”, lo confirma como “un hombre extraordinario, un héroe en el antiguo sentido de la palabra. No es fácil amarlo, pero es imposible no admirarlo“. Pero en el inconsciente colectivo mexicano Hernán Cortés es repudiado y popularmente cuando alguien habla mal de México o critica alguna de sus acciones lo tildan de “malinchista”, pues el rechazo a Cortés se ensancha hasta su intérprete y amante nativa.

Pues bien, hace poco el historiador y antropólogo francés, Christian Duverger, ha presentado en la ciudad de México -sin demasiada resonancia, todo hay que decirlo- su último libro, Crónica de la eternidad. Tras estudios y consultas a diversas fuentes documentales, afirma que Bernal del Castillo, no escribió La historia verdadera de la conquista de La Nueva España. Y para mayor asombro, sobre todo de los mexicanos, dice que su autor fue en realidad el propio Hernán Cortés, al que califica además de gran soldado, estratega y conquistador como un aventurero renacentista, educado y cultivado en la universidad de Salamanca, líder humanista y verdadero fundador de la novela latinoamericana.

Aunque las pruebas y argumentos del historiador francés no han convencido a todos -Guillermo Seres, catedrático de la U. Autónoma de Barcelona, ya ha discrepado públicamente y presentado algunos argumentos en contra- la tesis de Duverger -y en eso coincide de pleno con Carlos Fuentes- nos presente a un Hernán Cortés diferente y muy alejado de la versión que en México tienen del mismo. Y convoca a que los historiadores mexicanos revisen y actualicen la versión oficial de esa historia, por otra parte tan controvertida -y no solo en lo que respecta a los conquistadores sino a todos las leyendas y mitos construidos a partir de la Independencia- y que desde la escuela enseñan una realidad muy deformada.

lunes, 11 de marzo de 2013

TOPOLOBAMPO, DE UTOPÍA SOCiALISTA A PUERTO TURÍSTICO

Topolobampo, vista desde la bahía (Foto del autor)
Embarcaciones pesqueras (FRoto del autor)
Aves a la espera de capturar peces, abundantes en estas aguas (Foto del autor)


Los delfines son habituales en la bahía (Foto del autor)

El delfín residente habitual de Topolobampo (Foto del autolr)
 
Topolobampo es un pequeño puerto en el Mar de Cortés, en el estado de Sinaloa, a pocos kilómetros de Los Mochis. Ambas localidades fueron iniciativa de norteamericanos. Los Mochis como centro agrícola y ganadero e inicio ( o término) del ferrocarril Chihuahua al Pacífico, popularmente conocido como El Chepe, y uno de los pocos trenes de pasajeros que aún subsisten en México y que recorre la espectacular Barranca del Cobre. Topolobampo fue, en su principio, la creación de un pueblo organizado como utopía socialista por un ingeniero llamado Owen, donde las propiedades particulares no existiesen y fundado en 1884. El experimento duro pocos años.
Actualmente, el puerto de Topolobampo acoge servicios de ferry que lo enlaza con la Paz, en Baja California, atravesando el mar de Cortés. También tiene en sus cercanías una petroquímica de Pemex, que se conlleva mal con su atractivo turístico, y con una Marina para embarcaciones de recreo que comenzó a construirse en tiempos del presidente Fox. Sus atractivos son el mar, las playas, el pescado y el marisco que sirven en el puerto y en  la cercana playa de El Maviri. Es imprescindible un paseo en barca (casi todos los marinos ahora trabajan para la petroquímica) y ver los delfines. Incluso han adoptado a uno (o el delfín ha adoptado al pueblo) que reside permanentemente en las aguas cercanas y que acude para que las personas lo acaricien, sin pedir a cambio nada de comida, simplemente disfrutando con la presencia de los humanos,

martes, 5 de marzo de 2013

ANTONIO FLÓREZ, MARINO AVILESINO CARTOGRAFO DE LAS COSTAS CALIFORNIANAS


 
 
De Avilés (Asturias, España) se conocen algunos personajes nativos de fama nacional e incluso internacional. Sobre todo, destaca un trío -que seguramente ha eclipsado a muchos otros- formado por el navegante y conquistador del siglo XVI Pedro Menéndez de Avilés (fundador de San Agustín de la Florida, primer asentamiento urbano de lo que hoy es Estados Unidos), Carreño Miranda, pintor de Cámara de Carlos II ya en el siglo XVII, y el escritor y comediógrafo Bances Candamo a finales del XVII y principios del XVIII. Pero aunque hay muchos otros personajes célebres, más o menos conocidos, hay uno del que no se sabe nada en su propia ciudad. Me refiero a Antonio Flórez, que Simón Fernández Perdones en su obra “Anales de Avilés” (1851) -la primera obra sobre la historia local  esplendidamente estudiada y editada por José Manuel Feito- menciona entre los notable avilesinos (aunque curiosamente entre ellos no cita ni Carreño Miranda ni a Bances Candamo) calificándolo de célebre piloto y escritor geográfico del siglo XVIII.

¿Quién era Antonio Flórez? Parece ser que un marino que en el año 1599 (por lo tanto no coincide con la data del historiador Perdones) formó parte de una expedición que Felipe III mandató para cartografiar la costa oeste de Norteamérica (la este ya la había descrito en buena parte Pedro Menéndez de Avilés),concretamente la californiana, comprendida entre el cabo San Lucas y el cabo Mendocino. Como comandante de esta expedición, que saldría de Nueva España (México) -concretamente de Acapulco en mayo de 1602- fue nombrado Sebastián Vizcaíno con tres buques, uno de ellos mandado por Antonio Flórez. La flotilla recorrió la costa, visitando, reconociendo, cartografiando y nombrando, entre otros lugares, la bahía de San Francisco, San Diego, Monterrey, y al fin el cabo Mendocino. Pero siguió navegando hacia el norte, por las costas de Oregón. Con gran parte de la tripulación aquejada de escorbuto y él mismo enfermo, decidieron poco después regresar a México. Pero antes de alcanzar San Diego, en febrero de 1603, falleció el piloto y capitán avilesino.El buque llegaría al fín a Acapulco pero con solo cuatro marinos, el resto había muerto.

Sin embargo, entre el Antonio Flórez destacado como uno de los grandes personajes notables de Avilés por el historiador Simón Fernández Perdones y el que hemos sucintamente narrado su historia ( parte de la documentación y cartografía de ese viaje se conserva en el Archivo de Indias, en Sevilla) hay dos grandes discrepancias. Si bien el nombre y el origen avilesino coinciden no así el nombre del navío que mandó: Perdones lo señala como “La Mariana” y la crónica de la expedición como “Los tres Reyes”. Tampoco coinciden, como ya apuntamos, las fechas: siglo XVIII según el historiador de “Anales de Avilés” y un siglo anterior según las crónicas de la expedición.

El caso es que el avilesino Antonio Flórez continúa siendo un desconocido en su propia villa, en Avilés, dónde nada -ni una calle, una placa, una escultura- le recuerda.