El mundillo político anda muy revuelto. Los casos de corrupción van saliendo a la luz y sustentando muchas cosas que sabíamos pero sin pruebas para denunciarlas. Pero lo que más asusta a los políticos es la encuesta del CIS que, aunque no se conocerá oficialmente hasta el próximo lunes, ya todo el mundo habla de los resultados de Podemos que avanza espectacularmente. Precisamente en estas fechas esa agrupación política escoge a su número uno que, nadie lo duda, será Pablo Iglesias, camino de un híper liderazgo como pocas veces se ha visto.
Aunque todavía queda mucho para las elecciones generales -si es que no se adelantan- y Podemos ya ha anunciado que no se presentará a las municipales en una medida inteligente ya que no dispone de tiempo para armar listas con garantías y alejar a los aprovechados de siempre (aunque hace un poco de trampa ya que lo hará a través de Ganemos) el nuevo partido político ya ha decidido abandonar el asambleísmo a ultranza y estructurarse como el resto de la casta, aunque con algunos detalles diferenciadores como la revocación de los cargos. Por lo tanto, esa acusación generaliza de casta al resto de los políticos tendrá que matizarla aunque, de momento, le ha dado muy buenos resultados. Lo mismo que su acertada descripción de la realidad política, económica y social por la que atraviesan los españoles. No pasa así con las soluciones que había dado a esos problemas ya que, sobre todo en su faceta económica, las está cambiando, asesorándose por economistas de prestigio y acercándose a la realidad.
Por lo tanto, Podemos ya puede entrar en la arena política de verdad. Aunque seguramente perderá algunos seguidores al homologarse al resto de los partidos políticos y adoptar sus sistemas de acción, aunque con algunas diferencias, ganará posibles votantes más tradicionales. Iglesias repite que quiere ganar el centro -se entiende que el centro de la izquierda- y está a punto de fagocitar a Izquierda Unida y pegar un gran bocado a los socialistas.
Mientras tanto, en Podemos repiten eso de que ni izquierdas ni derechas (algo que ya decían González de la Mora con su “El crepúsculo de las ideologías” y Francis Fukuyama cuando anunciaba el fin de la historia) para sustituirlas por los de arriba y abajo, que en realidad viene a decir lo mismo. Faltan meses, repito, para las elecciones generales. Antes podremos ver como afrontan las autonómicas y las municipales, difíciles para la marca B de Podemos (Ganemos) por la premura de tiempo, y como reaccionarán sus adversarios. El PSOE debe recobrar sus postulados de izquierda auténtica y defensora del Estado de Bienestar si no quiere ser arrastrado por la marea de descontento social. E Izquierda Unida -y no tan plural- decidir si deja absorber por Podemos o lucha por sobrevivir. Por otro lado, el Partido Popular debe arreglar sus numerosos casos de corrupción -que salpica a casi todo el espectro político- y decidirse por ser émulo del Tea Party o por un partido de derecha más centrado.
Mientras tanto, en Podemos repiten eso de que ni izquierdas ni derechas (algo que ya decían González de la Mora con su “El crepúsculo de las ideologías” y Francis Fukuyama cuando anunciaba el fin de la historia) para sustituirlas por los de arriba y abajo, que en realidad viene a decir lo mismo. Faltan meses, repito, para las elecciones generales. Antes podremos ver como afrontan las autonómicas y las municipales, difíciles para la marca B de Podemos (Ganemos) por la premura de tiempo, y como reaccionarán sus adversarios. El PSOE debe recobrar sus postulados de izquierda auténtica y defensora del Estado de Bienestar si no quiere ser arrastrado por la marea de descontento social. E Izquierda Unida -y no tan plural- decidir si deja absorber por Podemos o lucha por sobrevivir. Por otro lado, el Partido Popular debe arreglar sus numerosos casos de corrupción -que salpica a casi todo el espectro político- y decidirse por ser émulo del Tea Party o por un partido de derecha más centrado.
En fin, que vienen tiempos más que interesantes.