La crisis económica internacional pero que se ceba especialmente en países europeos del sur (Portugal, España, Italia, Grecia) y los planes para solucionarla adoptados por ellos bajo la égida de la Unión Europea comandada por Alemania no acaban de ser efectivos. Es más, según la opinión de muchos expertos en finanzas, economistas y políticos, son contraproducentes y llevan a una mayor recesión y pobreza de las poblaciones afectadas. Los números de parados no cesan de subir y los de la riqueza nacional (PIB) de bajar. Y, como es lógico, esto se traduce en un descontento cada vez mayor de la población que no entiende como se emplean sumas millonarias en salvar o rescatar a los bancos -culpables en buena medida de la burbuja inmobiliaria y de prácticas de alto riesgo para beneficiarse a costa de engañar a sus clientes-, cuyos directivos siguen cobrando sueldos e indemnizaciones escandalosas, y no se emplean recursos para generar empleos ni para que puedan subsistir dignamente los parados de larga duración. Eso sí, se recorta salvajemente en aquellos aspectos básicos para la sociedad: sanidad, educación… Y los gobiernos democráticos salidos de las urnas y que, como en el caso de España, han beneficiado a la derecha, se preocupan más por implantar su ideología que por resolver los problemas: favorecen todo lo que sea privado y abominan de lo público.
Ante ello, comienza a tomar carta de naturaleza una repulsa generalizada hacía los políticos. Una deriva muy preocupante porque aunque los políticos se hayan equivocado y, en parte, generado este estado de cosas son parte consustancial de la democracia, sistema político imperfecto pero al que hasta ahora nadie ha sabido sustituir por otro mejor. Claro que hay políticos corruptos y políticos inútiles. Como en todos los órdenes de la vida no se puede generalizar: los hay buenos, regulares y malos. Pero no debemos olvidar que han sido elegidos. O sea, que alguna parte de culpa tendremos los votantes de haber hecho una mala selección.
Entre el aplauso de muchos, algunos que desempeñan cargos de responsabilidad quieren unirse interesadamente a esos sentimientos de rechazo y proponen reducir el numero de diputados, de bajarles o suprimirles los sueldos y medidas similares. No dicen, claro está, que con ello se hace un flaco favor a la democracia y a la participación popular en política. Lo que se conseguirá de llevarse a cabo esas propuestas es, simplemente, reducir el número de partidos representados y eliminar así a los pequeños, de que solo los que tengan dinero propio o negocios puedan participar en el juego político, y de que se abran facilidades para negocios impropios y corrupción.
Claro que hay que acabar con los políticos malos y corruptos, con las malas prácticas que muchos desarrollan en la administración. Pero sí queremos un sistema democrático y representativo no debemos abominar de los políticos bajo esa falsa y engañosa fórmula de que todos son iguales. ¿Por qué si eliminamos a los políticos en manos de quién dejaríamos la gobernanza? ¿De dictadores? ¿De falsos profetas?
Buen post. Estoy muy de acuerdo. sin embargo matizaría algunas cosas. sobran muchos políticos, pero no en representación, que también pueden sobrar algunos. Sobran muchos políticos no electos colocados de infiltrados en las administraciones.
ResponderEliminarEl problema ahora es la desafección dl ciudadano con los que hay. Los partidos políticos son los primeros responsables de lo que pasó. en el congreso se articulan las leyes y el haber pinchado la burbuja era cosa de ellos. Pero todo iba bien, así podían gastar en cosas para que se les votara y, así el país se arruinó.
Los políticos son los culpables, más que los banqueros. Estos sabemos que están para lo que están, pero un político no está solo para pensar en lo que puede hacer ganar a su partido. Está para hacer cosas en favor de la sociedad.
Gracias.
Jesús Arribas
www.jesarribas.blogspot.com