Trescientos años acaba de cumplir la RAE (Real Academia Española) y el primer diccionario en nuestra lengua que ahora mismo va por su vigésima edición. El idioma castellano, o la lengua española, es hablado por 450 millones de personas y es la única de las lenguas importantes que posee un diccionario, una ortografía y una gramática comunes en todos los países en que se habla. Una identidad posible gracias a la existencia de la Asociación de Academias de la Lengua Española formada por las de España, Colombia, Ecuador, México, San Salvador, Venezuela, Chile, Perú, Guatemala, Costa Rica, Filipinas, Panamá, Cuba, Paraguay, Bolivia, República Dominicana, Nicaragua, Argentina, Uruguay, Honduras, Puerto Rico y Norteamericana (que difunde sus normas por televisión en cuatro estados de USA).
Ahora que se habla tanto de la “Marca España” conviene recordar que según un estudio de la Fundación Telefónica, realizado hace dos años, el español genera el 16 por ciento del valor económico del PIB y el llamado factor ñ de los contenidos del idioma provinente de las industrias culturales aporta el 3% del PIB en España. El citado estudio, titulado El valor económico del español: una empresa multinacional afirma que el idioma español es el activo intangible más valioso que posee la economía. Revela que la capacidad de comprar de los hispanohablantes representa el 9% del PIB mundial .
Según el citado informe el gran reto es seguir ganado espacios en Estados Unidos, donde ya es la segunda lengua, en Brasil y en Europa, donde también es la segunda lengua extranjera. Todo ello sitúa al español como el tercer idioma más hablado en el mundo. Y en gran parte debido a los habitantes de México, Colombia, España, y Argentina (que representan casi el 60 por ciento de los hispanohablantes). Y en USA donde se gana espacios año tras año. La gran asignatura pendiente es Asia.
Sin embargo, existen algunos peligros para el idioma español. Las diferencias en el lenguaje oral entre países es apreciable, aunque lógicas ya que el idioma es algo vivo que va poco a poco transformándose y ampliándose. En América, por ejemplo, la v y la b suelen confundirse en la lengua oral y llamarse únicamente b. Como la y griega que en muchos lugares es ye. La s y la z no suelen diferenciarse al hablar. Y hay muchos ejemplos más. Eso es habitual ya que cosas parecidas suelen suceder en las diferentes provincias españolas. Para normalizar esas cuestiones están las Academias y así se uniforma el lenguaje escrito. Pero algunos no están muy de acuerdo con ello y defienden elevar esas diferencias a norma: son los que podemos llamar independentistas del lenguaje. El ejemplo más claro está en Argentina donde algunos pretenden -con bastante éxito, hay que señalarlo- elevar el lenguaje oral popular a norma escrita. Así vemos, sobre todo en la publicidad, como utilizan como escritura el lenguaje de la calle, con sus acentos y tildes colocado en sílabas diferentes de las normalizadas por las Academias. Y se da el caso de que los envases de algunos productos vienen en varios idiomas: inglés, francés, español …y argentino, aunque su escritura, en estos dos últimos casos, sea idéntica o a veces solo con la diferencias en tildes. Y ese independentismo en la lengua también tiene algunos defensores en México, aunque sean minoritarios.
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