Que México es tierra de machos es un lugar común generalizado. Lo que no quiere decir que sea necesariamente verdad. En todo caso es una de las muchas cosas que se atribuyen a los pueblos en todo el mundo para diferenciarlos entre sí. En unos casos se les tacha de vagos, en otros de alegres, de trabajadores en algunos, de tacaños… México, quizá por algunos episodios de su historia, quizá por herencia mediterránea (de españoles e italianos, principalmente), tiene fama de machos. Acrecentada por tantas de sus canciones, películas, borracheras, peleas tequileras…
Precisamente en estos días es noticia en todos los diarios, radios y televisoras la noticia producida en el Parlamente de la Juventud, que se celebra en el edificio de la Asamblea Legislativa del DF. Uno de sus componentes, de nombre Juan Pablo Castro, pronunció un encendido discurso criticando las políticas de izquierda que destruían la civilización, permitiendo el aborto y promoviendo el matrimonio entre jotos (forma despectiva de llamar a los homosexuales).Y es que, excepción de la capital de la república -con gobierno del izquierdista PRD- donde están legalizados los abortos y permitidas las bodas entre parejas del mismo sexo, en la mayoría de los estados mexicanos están penalizados, incluso con penas de cárcel.
Pero ¿de dónde viene eso de jotos?. Hay que remontarse a la época de la Revolución Mexicana, a partir del año 1910. Entonces los homosexuales eran recluidos en la crujía J de la antigua cárcel de Lecumberri, en la capital mexicana. De ahí, al parecer, viene el llamarlos de esa manera.
Claro que también los mexicanos conocen a los homosexuales como 41. Un número prohibido durante mucho tiempo en habitaciones de hoteles y otros lugares, Algo así como el 13. La historia se remonta a la época de Porfirio Díaz como presidente. Todo comenzó con su asistencia a una fiesta en la embajada alemana. Fue recibido por el embajador y, como era costumbre, fue saludando y estrechando las manos de los invitados. Entre ellos, se encontraba una joven, muy alta y elegante a la que le besó la mano, aunque se sorprendió que algunos de los invitados alemanes se sonriesen en ese momento. Posteriormente, en la misma fiesta, se enteró por uno de los funcionarios que no era una muchacha sino un notorio homosexual alemán que acaban de llegar a México. Nadie lo volvió a ver vivo.
Por la misma época la policía secreta del presidente se enteró de una fiesta de homosexuales que se celebraba en un edifico de la colonia Roma, irrumpiendo en la misma y deteniendo a los asistentes, unos vestidos de hombre y otros de mujeres. Fueron detenidos los 41 presentes y exiliados a Quintana Roo. De ahí viene la costumbre mexicana de llamar 41 a los homosexuales.
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