Uno de los españoles emigrados a México que más fortuna amasó fue el asturiano Íñigo Noriega Laso, nacido en Colombres en el año 1853. Gran parte de esa fortuna la consiguió gracias a su relación con el presidente mexicano Porfirio Díaz. Tan agradecido estaba de sus favores que le ofreció una gran casona o palacete que había mandado construir en su patria chica cuando el presidente renunció a su cargo en 1911 y decidió exiliarse en Europa, pero Díaz rechazó el ofrecimiento pues prefirió marcharse a París ya que era un gran enamorado de la cultura francesa. Esa casona es actualmente el Archivo de Indianos, Museo de la Emigración, que fue creado en 1987 y en cuya Fundación participa el Centro Asturiano de México.
Íñigo Noriega había emigrado en compañía de su tío a México en busca de fortuna en una época en que el gobierno de la nación norteamericana intentaba atraer capitales y pobladores extranjeros promulgando para ello una política de grandes beneficios fiscales. Íñigo Noriega desempeñó al principio diversos oficios (cantinero, comerciante, vendedor de tabaco…). Llegó a conocer a Porfirio Díaz y obtuvo por ese medio la concesión para poder desecar el lago de Chalco, muy próximo a la capital mexicana. Ese lago tenía una superficie de 10.000 hectáreas y sobre el terreno desecado cimentó su fortuna el emigrante asturiano que, poco después, en 1880 formó una sociedad con su hermano Remigio Noriega que adquirió, siempre con los buenos oficios del presidente Porfirio Díaz, unas propiedades que habían sido confiscadas a los municipios de Tláhuac, Chalco y Xochimilco, todos en las proximidades de la capital. Asimismo, logró que en 1902 desapareciera el municipio de Tláhuac que se había opuesto frontalmente a la ley Lerdo que disponía la privatización de bienes comunales, lo que obstaculizaba sus deseos de expansión.
Íñigo Noriega fue poco a poco adquiriendo numerosas fincas tanto el en estado de México, como en Morelos, Tlaxcala, Chihuahua o Tamaulipas. Propiedades, de tamaños gigantescos (en ellas se encontraban comprendidos pueblos enteros). También obtuvo la concesión del ferrocarril a San Rafael Atlixco y Río Frío, que conectaba el valle de México con el de Puebla y Tlaxcala. Fue un clásico ejemplo del “gachupin”, como llamaban despectivamente los mexicanos a los emigrantes españoles, sobre todo a aquellos que lograban hacer fortuna o, al menos, situarse en buena posición con negocios no siempre muy claros.
Cuando comenzó en 1910 la revolución mexicana, y conocedor al poco de que el presidente dictador Porfirio Díaz (fue presidente en dos etapas 1877/1880 y 1884/1911) pensaba exiliarse, fue cuando le ofreció su mansión en Asturias, intentó seguir siendo un empresario influyente y subvencionó la campaña electoral de Bernardo Reyes, lo que lo enfrentó a los maderistas que ganaron las elecciones. Y cuando Venustiano Carranza accedió a la presidencia, tras el asesinato de Madero y el derrocamiento de Huerta, las propiedades de Noriega fueron embargadas y se asignaron nuevamente a los pueblos a las que se las habían confiscado entre 1856 y 1910. Noriega entonces se refugió en Texas, aunque volvió más tarde a México donde murió en 1920.
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