martes, 13 de noviembre de 2012

REAL DEL CATORCE, UN PUEBLO FANTASMA MUY VIVO

La Sierra Madre central, semidesértica, desde Real del Catorce (Foto del autor)

El túnel Ogarrio, de 2,260 kilómetros, construído en 1897, y que hay que atravesar para llegar al pueblo (Foto del autor)
Camino empedrado, de 20 kilómetros, que lleva atravesando zonas desértiocas, hasta el pueblo (Foto del autor)

Un  aspecto del Real del Catorce (Foto del autor)

Sustento en piedra tallada del balcón de una de las principales casas (Foto del autor)

Templo de la Purísima Limpia y calle central (Foto del autor)


 
Real del Catorce es un viejo pueblo minero situado en las alturas de la mexicana Sierra Madre central. Hasta finales del siglo XIX vivió de sus minas de plata, pero cuando fueron agotándose fue perdiendo poco a poco a sus cuarenta mil habitantes hasta quedar prácticamente desierto. Tan desierto como el territorio que lo acoge, el llamada Wirikuta y considerado sagrado por los huicholes que todos los años, a principios del verano, efectúan una peregrinación para realizar rituales relacionados con el peyote, el cactus alucinógeno.

No se sabe ciertamente por qué el pueblo, fundado en el siglo XVIII, se llama Real del Catorce, aunque se dice que  por los españoles muertos en un ataque indígena. El nombre original e imposible fue de Villa Real de Minas de Nuestra Señora de la Limpia Concepción de Guadalupe de los Álamos de Catorce. Parece ser que a mediados del siglo XIX tenía unos 40.000 habitantes y producía unos tres millones de plata anuales. Incluso el presidente Porfirio Díaz viajó hasta allí en 1895 para inaugurar unos ingenios mineros en un largo viaje en tren, carreta de mulas y  a caballo. Un viaje que hoy en día sigue siendo pesado aunque se haga en  coche, ya que hay que transitar por una dificultosa y lenta carretera empedrada de 20 kilómetros de longitud, que en su tramo final zigzaguea y va subiendo hasta desembocar en un largo túnel de poco más de dos kilómetros que hay que atravesar para poder llegar al pueblo.

Hoy en día, ya sin plata, el pueblo -que estuvo prácticamente abandonado- se ha reconvertido al turismo, explotando su leyenda de pueblo fantasma. Incluso fue escenario de la película El Mexicano, que protagonizaron Brad Pitt, Gene Hackman y Julia Robets. Pero en realidad de pueblo fantasma no tiene nada, o en todo caso es un fantasma muy vivo. Se han rehabilitado algunos edificios, dedicándolos a hoteles y restaurantes. Los fines de semana, sobre todo, se llena de coches estacionados por las empedradas y empinadas calles y todo el pueblo es un conjunto de vendedores y puestos ambulantes. De la soledad y paz del presunto pueblo fantasma no queda nada.

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