La basílica, nombrada así por el actual Papa, culmina un paseo de cerca de dos kilómettros que los más fieles recorren de rodillas solicitando perdón o sanar de enfermedades (Foto del autor) |
La llamada Caja de Agua. Precisamentre la abundacia del líquido elemento fue la razón de la fundación de la ciudad (Foto del autor) |
Vista de la Plaza de Los Fundadores (Foto del autor) |
Templo del Cármen, de estilo churrigueresco (siglo XVIII)(Foto del autor) |
San Luis Potosí, antigua ciudad colonial y centro minero, capital del estado de su mismo nombre, posee un centro histórico interesante aunque menos espectacular que otras antiguas urbes coloniales. Tiene cerca de 700.000 habitantes, varios centros culturales y universidades, tres teatros, un par de grandes centros comerciales, unos cuantos buenos restaurantes y hoteles y…¡138 iglesias!. No en vano, tras su fundación allá por 1592, vinieron con los colonizadores y empresarios mineros no menos de nueve órdenes religiosas (franciscanos, mercedarios, jesuitas…).
La ciudad se llama así porque quería emular y aún superar a la riquísima ciudad boliviana del mismo nombre, productora de plata y cuyo nombre sirvió durante muchos siglos de referencia a la riqueza, tanto que en España aun se dice a una cosa valiosa que vale un Potosí. Pero las expectativos pronto resultaron exageradas y la producción minera, tras unos pocos años, comenzó a declinar y en 1620 ya comprendieron que aunque había minas y plata, no alcanzarían el valor que habían previsto. No obstante, era la ciudad más importante del nordeste de México hasta que ya en el pasado siglo XX fue superada por Monterrey.
Además de las minas (y las iglesias), los colonizadores dejaron su impronta en la perfecta cuadrícula del trazado de sus calles, llenas de comercios de segundo nivel,con unos cuantos edificios de espléndida apariencia, lo que fue aprovechado para que la ciudad fuera en dos ocasiones sede del Gobierno del presidente Juárez en la década de 1860 cuando la intervención francesa. Y en San Luis Potosí encarceló el presidente Porfirio Díaz a Francisco Madero, su oponente liberal en 1910 y cuyo movimiento y su Plan de San Luís le obligó finalmente a exiliarse.
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