viernes, 1 de abril de 2011

LA ARMADA ESPAÑOLA EN MÉXICO


Torre Mayor. México D.F. (Foto del autor)

Con seguridad la pregunta que más me formulan, tanto aquí en México como cuando visito España, es la misma: ¿Qué tal te tratan los mexicanos? La respuesta no tiene duda: bien, incluso muy bien. De por sí los mexicanos suelen ser muy amables y correctos. Es habitual al hablar con ellos que empleen abundantes fórmulas de cortesía, incluso algunas de ellas nos remiten a modismos usados en la vieja España, hace siglos. Por ejemplo, cuando mencionan su hogar o te invitan al mismo, es usual que empleen la expresiónsu casa de usted. Con frecuencia suelen dar las gracias usando la fórmula qué amable es usted. Y eso que forman un pueblo muy orgulloso. Tienen a gala ser mexicanos y defender su patria y sus valores. Orgullosamente mexicanos es una frase que abunda mucho, tanto si se refieren a su selección nacional de fútbol, a productos aquí fabricados y tradicionales o a empresas de moderna tecnología que ponen esa frase al lado de su marca, aunque el resto de sus informaciones vengan en inglés. Ya lo dijo el que fuera su presidente Porfirio Díaz: ¡Pobre México! Tan cerca de Estados Unidos y tan lejos de Dios. De ese orgullo patrio es buena muestra las gigantescas banderas tricolores que adornan diversos puntos de la ciudad y que impresionaron al expresidente español José María Aznar en una de sus visitas, hasta el punto de que a su regreso mando erigir una enseña española de gran tamaño en la madrileña plaza de Colón.
Particularmente, sólo tuve a este respecto que comento un único incidente. Paseando por la plaza central de Coyoacán (aquí la llaman zócalo y por eso en todas las ciudades y pueblos tienen su zócalo) se me acercó un joven alto y de poco aspecto mexicano que me preguntó amablemente si leía poesía y ante mi afirmación se empeño en venderme un librillo que había publicado con sus rimas. Como no debió gustarle mi negativa a adquirirlo me dijo algo así como que español tenía que ser (nada más abrir la boca me reconocen por el acento), uno más de los que conquistaron al país y chingaron a su abuela.
Una anécdota, sin más, pero que pone de relieve un sustrato de resentimiento de un pueblo ante sus antiguos colonizadores, aunque hayan pasado ya dos siglos desde la independencia. Pero es curioso, ya que hablamos de ello, el levantamiento contra la potencia colonizadora, España, no vino fundamentalmente de los indígenas sino de los criollos, hijos de españoles, que querían el poder para sí. Por desgracia, en muchos casos de la historia de este pueblo norteamericano, los indígenas, los indios, fueron más pretexto que otra cosa. Aún hoy en día son, generalmente, la clase más humilde y la que ocupa los puestos de trabajo peor remunerados, aunque claro está que hay muchas excepciones. Y de esto de ser conquistados y colonizados sabemos muchos los españoles: fenicios, romanos, godos, árabes, judios… han formado parte de nuestro sustrato enriqueciendo cultura y costumbres.
Cuando la selección española de fútbol gano la Eurocopa muchos nacionales aquí residentes fueron a celebrarlo ante la Cibeles (estatua copia de la madrileña, levantada en un parque de la Roma norte) al igual que muchos mexicanos que iban con el equipo español. Pues eso fue criticado en alguna carta al lector aparecida en los diarios. Pero la mayoría no tiene ese resentimiento, ya que además es muy frecuente que las familias mexicanas tengan entre sus abuelos o padres o tíos un familiar español. No en vano la colonia española de primera, segunda o tercera generación, es la más numerosa en México. También hay de muchas otras nacionalidades, especialmente libaneses y judíos. Estos últimos viven en gran parte en Polanco, uno de mejores lugares de la capital y el que más aspecto europeo tiene. Y respecto a los libaneses y sus descendientes, algunas de sus familias son de las más prósperas del país (como los Slim o los Helú).  
Y es justamente en el aspecto económico donde algunos mexicanos comienzan a desconfiar de España, de su segunda conquista del país. En la revista económica “Expansión”, una de las de mayor prestigio en su campo, se publicaba una relación de las 500 mayores empresas radicadas aquí, en México. En ella figuraban más de una veintena españolas: grupo financiero BBVA (puesto 10), grupo financiero Santander (23),Iberdrola (65), Telefónica (76), Movistar (86), seguros BBVA (148), Inditex (166), Unión Fenosa (179), Gas Natural (211), Mapfre (216), Pensiones BBVA (299), Atento servicios profesionales (313), Afore Bancomer BBVA (329), Codere entreteniemiento (331), Hipotecaria Nacional (343), seguros Santander (357), Hoteles NH (445), Afore Santander (403), Preactiva Medio Ambiente (415), Grupo Santillana (427), Santander casa de bolsa (446), Indra (464) y Mecalux (436). Y la propia revista advertía que, entre estas 500 grandes empresas, no figuraban otras españolas como Eulen u OHL porque no habían querido facilitar datos oficiales. Asimismo habrán advertido que algunas de las empresas relacionadas, especialmente BBVA y Santander, están subdivididas y, por lo tanto, su sitio en el ranking es muy inferior al que les correspondería si agrupasen sus resultados.
Otro diario económico, “El Financiero” que, curiosamente, tiene la mejor sección cultural diaria de toda la prensa mexicana, publicaba el pasado mes de junio un artículo sobre estos temas, firmado por Jorge Meléndez Preciado, y del que me permitiré reproducir algunas líneas: “Desde hace tiempo se habla en México del regreso del “La Armada Española” para significar que han crecido desmesuradamente las inversiones de ese país en nuestra tierra. En 1994 había 145 millones de dólares hispanos por acá; en 2007 se contaban 26 mil millones de dólares. La expansión de las empresas en dicho lapso fue de diez veces. Bancos (uno de ellos recoge la tercera parte de sus ganancias en la sucursal mexicana), telecomunicaciones, energía, turismo, y otras más son ahora las empresas que dirigen quienes nos conquistaron y ahora pretenden hacerlo con formas más sutiles.”
¿Son mayoritarios los sentimientos que recoge ese artículo? Creo que no. Incluso hay quienes les parece muy bien esas aventuras empresariales e intentan propiciar mayores inversiones para así contribuir al desarrollo económico y al empleo en México. Pero, como es natural, las opiniones son diversas. Pero en el trato personal, en el trato de la calle, hay más cordialidad. Muchas más son las cosas que nos unen que la que nos separan a mexicanos y españoles.

2 comentarios:

  1. Si en el texto cambiamos "México" por "Perú" el fondo del asunto sigue siendo válido, tanto en el aspecto económico como en el de los sentimientos. Y podríamos ver que ocurre lo mismo en otras muchas naciones latinoamericanas: Argentina, Uruguay, Chile, Colombia...

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  2. En cuanto un mexicano conoce a un español, en este caso a Pepe Martínez, en seguida le hablan de sus antepasados españoles con mucho orgullo y se interesan mucho por saber costumbres, comidas, lugares, etc. de España, en general les tenemos cariño a los españoles y los recibimos bien en nuestro país.

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