domingo, 10 de abril de 2011

LA CULTURA Y LAS PISTOLAS

  

                                          Conservatorio de Música.Avilés /Foto del autor
                                                         Teatro Palacio Valdés. Avilés /Foto del autor

Si oigo la palabra cultura echo mano a mi pistola, es la frase que más o menos se atribuye a Goering, el jerarca nazi que se suicidó con cianuro antes de ser ahorcado, tal y como le habían condenado en Nuremberg. Hoy en día no creo que nadie acuda a la pistola cuando no le gusta un proyecto cultural -aunque alguno sí tendría ganas de hacerlo- pues mayormente basta con cancelar, recortar o negar presupuestos ya que, desgraciadamente, gran parte de la actividad cultural depende del dinero que aportan los gobiernos de los Estados, Comunidades o Ayuntamientos. Es más, si no fuera por un residuo latente de conciencia, muchos suprimirían directamente los ministerios, consejerías o concejalías del ramo. 
Ahora a distancia de esas formas, no hay duda, la cultura sigue siendo un bien discutible, prescindible o, al menos, recortable. Cuando hay una crisis, cuando los presupuestos sufren para poder encajarlos en los montos económicos de los que se dispone de lo primero que se suprime es de la cultura, un capítulo siempre proclive a ser recortado o disminuido. Algo que vemos continuamente. Claro está que en épocas en que las cuentas no cuadran hay que hacer ajustes y suprimir gastos. Es algo razonable. Pero ya no es tanto que suela efectuarse esa política de contención presupuestaria de manera desigual y siendo la cultura de lo primero es ser recortada. 
¿Es innecesaria la cultura? Todos negarán, y con vehemencia, ese supuesto. Pero estarán de acuerdo con que no es prioritaria y por el contrario sí aplazable para tiempos mejores. Suele ser la hermana pobre, la cenicienta de los proyectos.  Los recortes presupuestarios sobre todo en proyectos ligados a la creación, siempre preteridos a espectáculos mucho más agradecidos como puede ser una aplaudida obra de teatro de éxito comercial (sobre todo si los actores salen en la tele) o a la presencia de alguna estrella cinematográfica. 
Lo dicho: hoy no hacen falta pistolas contra la cultura.

Publicado en "La Voz de Avilés"

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