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Un 15 de febrero de 1519, hace 492 años, nació en Avilés Pedro Menéndez, Adelantado y Conquistador de La Florida, y posiblemente uno de los últimos grandes colonizadores españoles -a caballo entre soldado, navegante, cartógrafo y gobernante -de su estirpe. De él se ha escrito mucho y en Avilés lo tenemos como uno de nuestros principales personajes históricos, conjuntamente con el pintor Carreño Miranda y el comediógrafo Bances Candamo. De él sabemos que fundó San Agustín, ciudad de La Florida hermanada con Avilés, y primer asentamiento urbano de lo que hoy es Estados Unidos un 28 de agosto de 1565, cincuenta y cinco años antes de que lo hicieran los peregrinos puritanos ingleses del Mayflower en las costas de Massachusetts y que muchos historiadores consideran erróneamente como los fundadores de la primera ciudad norteamericana.
La leyenda negra
También Menéndez arrastra la mala fama, la leyenda negra –esa leyenda negra tan cultivada por los ingleses de la época contra el imperio de Felipe II y en el caso del avilesino alimentada asimismo por los franceses- como autor de masacres contra los hugonotes galos que querían establecerse en tierras de La Florida y contra los nativos de las mismas. Sí es cierto que luchó contra los hugonotes y en Fort Carolina mató a 142 franceses, aunque respetó la vida de mujeres y niños. Y posteriormente en otra escaramuza pasó por las armas a otros 200, de los que sólo perdonó a ocho que se confesaron católicos. Y es que hay que situar los hechos en la época y en la extrema crueldad de las guerras de religión que se llevaban a cabo. Hay que tener en cuenta que precisamente los franceses fueron enormemente crueles contra sus compatriotas hugonotes, que consideraban herejes. No hay que olvidarse que a partir de 1556 llevaron a cabo las matanzas de Vassy y de San Bartolomé. Ni que los ingleses, un siglo después, en 1692, y bajo el reinado de Guillermo III, asesinaron a un centenar de escoceses bajo la disculpa de no prometer correctamente lealtad. Una época cruel.
El trato a los indígenas
En cuanto a su relación con los indígenas hay que señalar que respetó a las tribus indias de la zona (timicuanos, calusas y muscoguis, principalmente) aunque sí es cierto que se encontraron con la hostilidad del cacique Saturiba y sus guerreros que atacaban a los españoles cuando estos intentaban proveerse de víveres –la carencia de los mismos fue uno de los mayores problemas de los españoles que no recibían provisiones regulares desde Cuba - en los alrededores del fuerte. Esas escaramuzas se incrementaron y en una ocasión los indios llegaron a quemar el fuerte de San Agustín, prontamente rehecho. Asimismo emprendió una expedición para castigar a los nativos que habían asesinado a los misioneros jesuitas en Axacán, en lo que hoy es el estado de Virginia, Pero en general Pedro Menéndez intentó hacer amistad y llevarse bien con las tribus indígenas hasta el punto que en 1566 otro de los caciques de la zona, llamado Carlos, le ofreció a una hermana suya como esposa y Pedro Menéndez la aceptó llamándola doña Antonia y trasladándola a Cuba, isla de la que sería nombrado gobernador. Y es que el avilesino, como la mayoría de los españoles que tomaron parte en la aventura de las Indias, no discriminaban a los nativos por el color de la piel o por su raza sino, fundamentalmente, por su religión. No hay que olvidarse de que acudieron tanto por conquistar tierras y conseguir riquezas como por llevar la religión católica a todos los confines del mundo. Hay que tener en cuenta que la corona española se consideraba una monarquía universal cristiana. Tanto es así que Menéndez fundó en Cuba un seminario para instruir en la religión a los indígenas de La Florida.
Otras actividades
Trece años antes de la fundación de San Agustín, Pedro Menéndez ya había comenzado a viajar al Nuevo Mundo, a esa expansión que el occidente -entendiendo como tal sobre todo a los países de la órbita mediterránea- había emprendido hacia el otro occidente, en ese viaje hacia el oeste siguiendo el recorrido solar. Y en 1554, Felipe II le nombró ya Capitán General de la flota de las Indias. Estuvo en La Española, en Cuba y en México. Incluso fue encargado de transportar tropas para combatir la rebelión de Lope de Aguirre. Pero sobre todo a partir de su periplo a La Florida –en parte iniciado para intentar buscar a su hijo Juan, desaparecido en naufragio por la zona- se dedica, relegando la aventura militar a un segundo plano, a intentar organizar la colonización y a cartografiar la costa este y descubrir pasos navegables por las islas del Caribe, especialmente el canal de las Bahamas..
Así, y siguiendo en parte la doctrina de Bartolomé de las Casas, considera fundamental atraerse la amistad de los nativos y establecer un plan de reforma colonial sobre la base del significado providencial de la monarquía española y, al mismo tiempo, creando un principio de autonomía de los nuevos territorios basado en el reconocimiento de la población indígena y en unos ciertos criterios democráticos –bien que relativos, hay que tener en cuenta la época- de los habitantes, españoles y nativos, estructurados en base a una organización municipal. Porque lo que tenía muy en cuenta Pedro Menéndez era que España colonizaba la franja este de lo que hoy es Estados Unidos o ingleses y franceses se establecerían en ella, como efectivamente así ocurrió.
Por ello, se dedicó a explorar, cartografiar y recorrer esa costa americana, principalmente lo que hoy es La Florida, Georgia y Carolina del Sur. Pero, desgraciadamente, Felipe II urgido en sofocar la rebelión en Flandes –entonces bajo dominio español- le nombró capitán general de una poderosa flota que se estaba preparando a esos efectos. Y en esa tarea murió en Santander de un tabardillo maligno (una especie de tifus) el 16 de setiembre de 1574 y la colonización de la costa este norteamericana fue cayendo en el olvido.
Publicado en "La Voz de Avilés".
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